Despierto sobresaltao
es mi padre quién me llama,
¡Venga muchacho p' arriba
son las cinco la mañana!
¡Mientras yo preparo el jato
coge del corral taramas!
¡Vete encendiendo la lumbre
y pon el puchero con agua
pa’ cuando salga tu madre
tenga la lumbre ya brasa!
¡Si echa a cocel el puchero
que no se le salga el agua!
Al levantarse mi madre
nos prepara el cafelino,
y con pringue de los güarros
que en la sartén ha queao,
hace unas pocas pringás
con pan de ayer que ha sobrao.
Luego se va a la despensa
y saca unos torrezninos,
medio pan, un patatero,
naranjas y un choricino...
Rellena la merendera
como puede la mujer
con cosas de la matanza,
¡Poco más puede escoger!
Lo mete en las alforjas,
liao en una servilleta,
y revuelto con la soga,
las tenacillas y la azuela,
cargamos tó los avíos
pa’ irnos a la faena.
En un mulo, las alforjas
encinchás con una manta.
En el otro va el arao,
los aperos de la labranza
bien ataos unos con otros
con una soga a la albarda.
Nos ponemos en camino,
Yo, ya estoy colocao,
me he sentao encima el mulo
con los ojinos cerraos.
Si me arropo, me entra sueño,
y si no, me quéo helao.
De tós modos, tan temprano,
voy todavía adormilao.
Mi padre viene detrás
andando delante el mulo
que lo trae del ronzal,
y saca de la petaca
un cigarro pa’ fumar.
Camino de Pizarroso
que está a dos leguas o más,
empieza a hacerse de día
ya cerca del Ladrillar.
Sobre las ocho llegamos,
mi padre va a preparar
los aperos y herramientas
que se precisan pa arar.
Yo, mientras, hago una lumbre,
me tengo que calentar,
que con el frío que hace
tengo las manos helas.
Allá pa’ media mañana,
cuando el sol calienta más
y hay una buena besana,
espanto los pajarinos
pa’ que vayan a las máulas.
Después me siento un poquino,
¡Me aburro! ¡No sé qué hacer!
Y pregunto veinte veces
¿Cuándo vamos a comer?
¡Eso es to’ lo que yo hago,
poner maulas, enrrear!
Que con doce o trece años
no vale uno pa’ arar.
II
¡Deja que are el muchacho
que aprenda y te eche una mano!
-Solían decirle a mi padre
tío fulano y tío mengano-.
Y mi padre respondía
¡Ya lo creo! ¡Qué grandeza!
¡Aquí el jornal es pa’ uno,
y por mucho qu’ el muchacho
a mí me vaya ayual,
vamos a cobral lo mismo
al final de la jorná!
¿Qué hago yo mientras él ara?
¡Echarme una dormilá!
¿Que queréis que trabajemos
dos por el mismo jornal?
¡Que aprenda hacel otras cosas!
¡Un oficio! ¡A bien leer!
¡Si no fuera por su madre
ni lo llegaba a trael!
¡Que no me hace ná de gracia
lo que aquí pueda aprendel!
¡No le faltaba razón!
Si yo hubiera estado arando,
en vez de estar en la escuela
esos tres o cuatro años,
no estaría en una oficina
estaría labrando el campo.
¡Y no voy a porfiar
cuál sería el mejor trabajo!
-
Quiero dejarlo aquí escrito
como si fuera un diario,
para que aquel que lo lea
no se cuestione dudarlo.
¡La decisión de mi padre
a mí, me sirvió de algo!
-oOo-