Torrecillas de la Tiesa: La Web de los Torrecillanos

La Ribera

Rememorando aquellos tiempos en que los relatos de Narciso, Juan, Carmen, etc, nos han traído, parece una obligación el contar algunas peripecias que me tocó vivir en aquella tienda que mi padre instaló en barrio de La Ribera.
Las 'penurias' que vivían día a día la mayoría de sus habitantes, producirían escalofríos a mucha gente. Lo que se consideran ahora penalidades tercermundistas, se podrían equiparar. Lo curioso es que cualquier viento favorable era recibido con alegría.
Empezaré por decir que las ventas totales del día, que empezaba al amanecer y terminaba de noche cerrada, no solían sobrepasar las ciento cincuenta pesetas de entonces. Menos de un euro actual.
La moneda al uso era la peseta y, más común, el real (veinticinco céntimos de peseta)
Era frecuente despachar un real de vinagre, un real de sal, una peseta de café......Como el dinero no circulaba mucho, se admitía el intercambio de productos del comercio por huevos de gallina, pero también estos animales no eran tan productores como ahora y había gentes que esperaban horas para que la gallina se decidiera.
Pero lo más socorrido era 'la libreta'. El cuadernillo que el comerciante concedía a las personas que consideraba buenas pagadoras y con alguna perspectiva de encontrar algún trabajo. Allí se iba anotando el débito de las compras más urgentes.
Aún recuerdo la cara de alegría que llevaban sus propietarias, cuando, por fín, podían cancelar sus deudas. A veces no llegaba y había que dejar algo para el siguiente pago.
Los que se consideraban más afortunados solían ser los que estaban contratados 'de por año', que solían cobrar al mes 'treinta duros' y un pan diario ¡Aunque chorrearan las canales!.