Torrecillas de la Tiesa: La Web de los Torrecillanos

Con los ordenadores pasa al revés que con las personas. En las personas lo que muere son las chichas y el alma sigue tan fresca: según nos enseñaban de muchachos los que sabían de esas cosas, gente que debía haber pasado muchas veces por lo mismo, porque lo tenían clarísimo. Parecido a las reuniones nocturnas donde se contaban, muy seriamente, historias de miedo, con fantasmas, muertos, ánimas, y cosas de así, que parecían tan reales. No me extraña que luego Juan haya acabado haciéndose sus propias composiciones.

Los ordenadores tienen un espíritu tan frágil que expiran al primer infarto de disco duro que les da; en plena juventud. Los hierros, las chichas duran más, justo hasta que se convierten en obsoletas porque su especie ha emocionado tan aprisa que un bebe de la nueva generación es más listo que un adulto experimentado de la versión anterior. De nada les sirve la extraordinaria y exclusiva facultad que tienen de poderse transmutar a otros ordenadores; ¿a quién le interesa trasmutar un conocimiento obsoleto? ¡Que lástima no tuviéramos nosotros ese don! Imagínate: Cuando el cuerpo esté viejo, me traslado al cerebro de un ordenador, para toda la eternidad. To el santo día chateando por siempre jamás.