13/09/2006 19:03:57
Fernando
Bueno. Como ya he vuelto de Torrecillas y me voy volviendo adicto a vuestra web, estoy dispuesto a dar la lata, de vez en cuando.
Como es lógico, debería hacer un relato de lo bien que han estado las fiestas, pero, como todo viejo, rememorando tiempos pasados, acabaría diciendo que "las de antes si que eran fiestas" y no quisiera caer en mi propio engaño.
He disfrutado bailando en la plaza algun que otro "pasodoble", "tango" "foxtrox" o "balscorrido", porque es una de mis pasiones, pero muy poco más por aquello del "colesterol", "la gota", "la úlcera", "los bronquios" y ......¡se me olvidaban "las verticales"!.
Me osombra ver a la gente joven con esos enormes vasos de plástico, cuyo contenido creo que yo no aguantaría, (ellos y ellas) moviéndose con desgarvo al son de la música y los ojos un poco "piripis" y no puedo menos que recordar y comparar nuestras "orgías" al rededor de un litro de vino del que bebíamos todos por el mismo vaso. ¡Pero su alegría es la misma que la que nosotros sentíamos! ¡Es la juventud!.
Me maravillan las terrazas de los bares llenas de gente y los más pequeños correteando cargados de modernísimos juguetes (armas, principalmente), adquiridas en los diversos puestos que han venido a sustituir a "Tia Arcensión" o "Tio Roque", sin olvidar, por supuesto, los riquísimos helados de "Tio Pericón" o "Tio Cano" (el de "Tia Enriqueta") y los "polos" de "Tia Pelaya" que los hacía raspando con una especie de cepillo sobre una barra enorme de hielo y al que luego le echaba un chorreón de jarabe rojo o verde, al gusto del consumidor.
El baile de ahora es otra cosa. Todos los dias cambian de orquesta (quiero decir todas las madrugadas, porque ahora empiezan cuando antes terminaban por orden de las autoridades competentes) y la verdad es que, si no fuera por el descomunal volumen del sonido, hay algunas que te invitan a recordar las canciones de antaño porque, los muy "cucos" las incluyen en sus programas para que no nos vayamos cabreados a casa (me refiero a los viejos) y dejemos vacías las terrazas del "Churro" y del "Barqui" en las que dejamos que dehaga bien el hielo de la Fanta (antes gaseosa de "Tio Morralero") que pedimos al camarero cuando llegamos. Yo diría que al final, cuando nos vamos a casa, está más bien caliente.
Aunque he prometido, al principio, no recordar nuestros tiempos, es inevitable. Pero me siento orgulloso de que entonces tuviéramos dos bailes: el de arriba y el de abajo y, además, nos dejaban ir por la noche, por ser la fiesta.
Esto merece otro relato aparte. Hasta la próxima.