08/09/2006 16:53:53
Fernando
Juegos: La una de la Mula.
Consistía el juego en ponerse uno de los participantes agachado, con los codos sobre las rodillas y la cabeza baja, para permitir que los otros participantes saltaran sobre él apoyando las manos sobre sus espaldas al tiempo que el primero en saltar, entonaba una tradicional retahíla que empezaba así:
-A la una de la mula
-A las dos del reloj
-A las tres San Andrés
-A las cuatro media vara de alto (en este caso, el que hacía de “burro”, debía aumentar su altura apoyando las manos sobre las rodillas, para hacer más difícil el salto, sobre todo a los más pequeños. El que no podía saltar, se ponía de “burro”)
- A las cinco, un buen brinco y la crucecilla en los pies.(En este caso, al caer al suelo, había que hacerlo con los pies cruzados).
-A las seis, machaca, machaca manteca de vaca en un almirez, y se golpeaba la espalda del “burro” , repetidas veces, antes de saltar.
-A las siete, paso y dejo mi carapuchete. (Había que dejar la boina, que casi todos gastaban para tapar su pelo rapado, sobre la espalda del repetido “burro” y , como es lógico, cuando habían saltado ocho o diez partícipes, el montón era grande y fácil de derrumbar, en cuyo caso, el causante tenía que sustituir al sufrido “burro”.
-A las ocho, pasó el carnero mocho y se relamió toda la miel que había en el corcho. ( en este caso, el que saltaba, tenía que agarrar todas las boinas u objetos que las sustituían al tiempo que saltaba y cuando caía al suelo, seleccionar la suya y volver a poner en las espaldas del “burro” las restantes, para que ,el siguiente, hiciera la misma operación. Como habrán deducido, la caída al suelo de cualquier prenda suponía la obligación de sustituir al “burro”.
-A las nueve, pan y miel quiere.
-A las diez, repica el almirez. (Otro batir sobre la espalda).
-A las once, llama al Conde.
-A las doce, ya responde.
-A las trece, ya amanece.
-A las catorce, Periquillo el aguador. (Este era el salto de mayor altura, ya que (le llamaré “sufridor” esta vez) se ponía de piés con la cabeza inclinada y había que saltarlo apoyándose en el cuello; el que no era capaz, se proclamaba sustituto del “burro”.
-Muerto le llevan en un serón.
-El serón era de esparto.
-Muerto le llevan por los tejados.
-Los tejados son de tejas.
-Muerto le llevan por las callejas.
-Las callejas son de Madrid.
-Repica, repica el tamboril. (Y “repicando” sobre las espaldas, terminaba el juego).
El tirable
Parecido al anterior, se desarrollaba haciendo una raya en el suelo, a partir de la cual, el “burro” de turno, soportaba el salto de todos los participantes y, cuando pasaba el último, se desplazaba, lateralmente, un paso que le iba alejando de la raya marcada en el suelo.
El nuevo salto había que hacerlo sin pisar la raya; por cuyo motivo, a medida que avanzaba el juego, la distancia hasta el “burro” iba aumentando paulatinamente.
Era el primer saltador el que determinaba si el salto se hacía de una sola vez (enteras) o se daban algunos pasos para acortar distancias(medias). Normalmente, cualquiera que fuese el primer saltador, se esforzaba, cogiendo “carrenderilla”, en acortar distancias utilizando el menor número de “medias” o pasos. Una especie de salto de longitud, pero con el agravante de que se debía saltar el obstáculo.
Como en el juego anterior, el que no superaba la prueba, se ponía de “burro” y se iniciaba el juego nuevamente.
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Abones (el culo traspones)
También era un juego de salto. En este caso, el burro de turno, se apoyaba en la pared, preferentemente en la reja de una ventana, y el resto de los participantes saltaban sobre él, agarrándose a los hombros, y quedándose apilado para recibir al siguiente que, a su vez, debía recibir a otro, y así sucesivamente hasta que la torre se venía abajo, o las piernas del primer receptor no aguantaban más, lo cual suponía un descrédito.
Podía ocurrir que el montón de cuerpos fuera excesivamente alto para el que intentaba encaramarse y no lograra subir: era, automáticamente, el nuevo “burro”.
En casi todos estos juegos, el orden de participación se solía determinar haciendo una raya horizontal en el suelo (de tierra, por supuesto) y desde una determinada distancia se lanzaba “la tanga” (piedra “lisita” y redondeada) y la proximidad a la raya determinaba el orden de participación. El más alejado, era .......¿Adivinais qué?