'No es que los demás relatos estén mal...'. ¡Nosajoijo este Juan! ¡Y luego te pegas una siesta! Aquí cada uno se agarra a lo que mejor domina, menos uno que se agarra a to....
Yo, tras profundas y detenidas meditaciones acerca de lo ocurrentes y divertidas observaciones realizadas por Juan en este foro, he llegado a la conclusión de que el joio nos está ganando porque juega con ventaja respecto a los demás. Y eso no vale. Juega con ventaja porque él va soltando lo que se le ocurre sin atenerse a verificar, corregir o contrastar las sentencias, dichos, palabras o aseveraciones vertidas 'por el foro', como el que va repartiendo semillas o echando de comer a las gallinas. ¡Ala! ¡Que caigan como caigan! Se las van a tragar igual. Eso no vale.
Imagínate que todos hacemos lo mismo. Yo me pondría a soltar aquí todo lo que me he estado soñando esta noche, sin diferenciar si es auténtico o real. ¡La que se liaría! Uno se limitaría a narrar, en otros casos, las escenas de la vida cotidiana tal y como sueñan, con sus gruñidos, sus 'desguarres' y sus asquerosidades. Imagínate los ruidos de las motos de los moteros con su burrum, burrum.... que hasta el mismo Antonio se escandalizaría de espanto. ¡Joder! ¡El tintineo de los vasos y las copas en el restaurante quitarían protagonismo a los ricos olores del cochinillo recién asado! Y 'guarreridas' mil, inenarrables en otro contexto, destacarían en el paseo de los enamorados. Saldrían a flote excentricidades cometidas por el más puritano y pulcro camarero del mejor restaurante, ¡como si de una persona no fuera propio el tocarse las narices y otras interioridades! ¡Hasta el más santo beato toca mierda cada día... y no presume! ¡Por lo menos la suya! Pero no lo dice. Se contrae. Se corrige. Se compunge y se reprime.
¿Que sería del mundo si todos fuéramos soltando por ahí las cosas tal como suenan? Mejor. Pero saldrían torcidas. Y a veces retorcidas. ¡Yo también quiero tener la misma libertad! y así luego no nos podrían echar en clara que escribimos peor que Narciso. ¡Claro! Unos tienen el conocimiento y otros las licencias. Pero los que no tenemos ni lo uno lo otro nos jo...robamos.
Alguno no hemos tenido ni abuelos. Me viene a la cabeza y lo suelto, como Juan. Es que me acabo de enterar por qué mi casa es más grande que la de Leo. Resulta que yo tuve una vez un abuelo, Francisco, que era tan buen guardia (no se si civil, o de asalto; ya lo averiguaré) que periódicamente hacía de escolta de Alfonso XIII, y con la 'paguilla' que se sacaba, cada vez que iba a Madrid a proteger a sus majestades, la juntaba para construirse esta casa tan monumental de 12 habitaciones. ¡Que exagerado era mi abuelo! Para luego no disfrutarla. ¡O sea! ¡Que pa una cosa que le aventajaba yo a mi vecina, resulta que no ha sido por méritos propios!. No se puede ser tan clarito ni tan espontáneo de ir soltando las cosas así tal y como te salen. ¿Será cierto eso de que todos nos estamos siempre comparando con nuestro vecino, o me lo estoy sacando yo ahora de la cabeza...? Porque de ser así y nos quisiéramos expresar al estilo de Juan íbamos a estar apañados. Sin corregir, sin contrastar, sin enmendar... ¡Ala!
Y no veas lo que pasaría si te contara lo que me acabo de soñar, porque muchos me matarían. No sólo por la cantidad de faltas de ortografía que llevaba el sueño, sino por la cantidad de indirectas que contenía y la perversidad, maldad y variedad de sus recriminaciones. Ni aunque te jurara que '¡de verdad!, ¡de verdad!, ¡que era un sueño... ! ¡Nada! ¡Que no puedo! Y ni hoy, ni otro día. ¡Censurado!
Punto y aparte y moraleja: Queda así demostrado que Juan juega con ventaja.