Torrecillas de la Tiesa: La Web de los Torrecillanos

Pero se te ha olvidado HACINAR.

Hacinar es la parte que mejor me sé yo, porque era la única tarea que quedaba tras el paso de la segadora mecánica; ya en tiempos de las máquinas.

Cuando pasaba la segadora –aún no estaba la cosechadora- iba dejando los haces desparramados por el campo. Muy bien atados con cuerdas de pita y ¡con unos nudos que no había luego quien deshiciera!, pero distribuidos aleatoriamente, al buen tontún.

Era necesario personarse recogiendo cada uno de ellos y amontonándolos ordenadamente, apilados en hacinas fácilmente recuperables por el remolque del tractor.

Esta fue una generación muy corta. De la segadora al tractor. Del tractor a la era. De la era a la trilladora mecánica, de donde salía finalmente el trigo, la cebada, la avena el centeno, los garbanzos o los poquinos altramuces...

Hubo, un tiempo, una trilladora mecánica manual. Ahí se hacían músculos. Había que girar una manivela sin descanso. La manivela hacía girar unas palas que aventaban la mezcla triturada de paja y grano para extraer este último. La misma tracción hacía moverse unas cribas que limpiaban y aislaban completamente el grano, que caía por un agujero directamente en el costal.