F A E N A A G R I C O L A .-
Las faenas agrícolas, consistían básicamente, en acondicionar la tierra para la siembra de cereales, leguminosas y verduras.
Allá por los años 1.950 del siglo próximo pasado, en que comencé atrabajar en el campo como labrador o agricultor, empezaron a emplearse las primeras máquinas agrícolas, de las que pasados los años, llagarían a ser la revolución en este campo.
Cada comarca tiene su Dios y Gracia para la clase de cultivo a realizar, según el tipo de cereales a sembrar. En Torrecillas de la Tiesa (Cáceres), donde yo nací, predominaba el trigo, La cebada, La avena y el Centeno, por este orden de extensión, según el terreno sembrado.
La primera faena a realizar con la tierra, era ARZAR la misma, que consistía levantar la tierra por primera vez, utilizando el arado ROMANO de palo o madera, con la cama o cabezal de hierro, la reja, el baldón y la clavija del mismo metal, si bien ya se empezaba a utilizar la VERTEDERA O BURGAÑO, de hierro, excepto el timón y Yugo que seguía siendo de palo, arrastrados por yunta de caballería o ganado vacuno indistintamente.
En esos años, ya se comenzaba por la comarca, a utilizar tractores a motor, mecanizados con arados de hierro.
Esta faena comenzaba en la primera quincena de Enero de cada año y finalizaba a primero de Febrero, siempre dependiendo de la cantidad de terreno a labra y medios empleados.
VINAR.- Era otra faena agrícola, que consistía en labrar la tierra alzada, para moverla, eliminar mala hierba y ahuecarla para facilitar su oxigenación y calentamiento a sol; esto se hacía en el mes de Marzo, indistintamente con arado de palo, Vertedera o Burgaño
TERCIAR.-Consistía en arar la misma tierra por tercera vez, quien lo deseaba y tenía tiempo, con los mismos fines que la faena anterior, eliminar posibles hierbas y oxigenar la tierra para calentarla; esta faena, ya se hacía a últimos de Abril o primeros del mes de Mayo.
Con las primeras lluvias otoñales, llegaba el preludio de la SEMENTERA; que solía comenzar en la primera quincena del mes de Noviembre y terminando siempre dependiendo del tiempo, medios a emplear y cantidad de terreno a sembrar.
ALMERGAR. Consistía en abrir surcos con la yunta, para dividir el terreno de barbecho en porciones, para el esparcimiento uniformado del abono y simiente, fuera lo más compacto por toda la superficie.
AB0NAR.- Una vez almergado el terreno de barbecho, se repartía el abono químico sobre el mismo: el que se transportaba en carros o a lomo de animales hasta el lugar a esparcir, este se vertía sobre colleras hecha con sacos o costales atados la pinta de la boca con la punta del culo del mismo lado, formando una collera que se colgaba al hombro del labrador quien con las manos y marcando el paso, lo arrogaba sobre el barbecho de forma por igual o a criterio del mismo, según el terreno a abonar.
Resultaba curioso comprobar, como si tenías algún arañazo u herida en las manos, este se curaba rápidamente. Esto demostraba el poder desinfectante del producto. La ropa y calzado utilizado, siempre era la más vieja y usada que tuvieras; al finalizar la faena, esta quedaba inutilizada, por el mismo.
SEMBRAR.- Era sin duda, junto a la siega, los trabajos más duros del campo. La jornada de cualquier día, comenzaba de madrugada, levantándose para poner comida al ganado que tenía que arar durante el día; una vez alimentado este, se enganchaba los carros o se les cargaba a lomos la simiente, trasladándose al barbecho, donde se procedía a esparcirla por la superficie a la vez que se arropaba con el arado enganchado a las yuntas.
Cuando lo que se sembraba era el TRIGO, la noche anterior, este se extendía sobre el suelo, rociándole con SULFATO DE COBRE, disuelto en agua, permaneciendo así hasta la mañana siguiente que se embalsaba en sacos o costales, para ser transportado al barbecho. Esto se hacía para eliminar el GORGOJO (parásito) que genera el mismo grano, a la vez que facilitaba su germinación o nacimiento más rápido)
Siempre dependiendo de la climatología, como todas las faenas del campo, esta si se hacía con lluvia, cosa frecuente en la época otoñal, el terreno se ponía muy pesado; los animales se hundían el la tierra, los arados y calzados se cargaban de barro, los costales y avíos u aperos se mojaban, lo que suponía un esfuerzo adicional, a la ya dura faena cotidiana.
El hecho de sembrar o esparcir el grano sobre la superficie del terreno de barbecho, para que fuera arropado por el arado al abrir el surco en la tierra con la yunta; esto requería un buen conocimiento de la técnica y el terreno a sembrar. Se hacía de la misma forma que se esparramaba el ABONO; cogido el paso como en la mili. Cargado con la collera en cantidad deseada, dependiendo del terreno a sembrar, si era Valle o Cerro, se cargaba más o menos la mano con el paso más corto o más largo.
Todo ello, se debía hacer en su debido tiempo y con el barbecho en las mejores condiciones posibles; a un y así, sin saber el motivo, la sementera de un día para otro se notaba la diferencia al nacer, ignorándose las causas que lo motivaban. Lo cierto es que, nadie quería sembrar tardío, por que casi nunca resultaba bien.
Después de los trabajos enumerados, quedaba el de cada tres o cuatro días, dependiendo si el terreno estaba más blando o duro, había que aguzar las rejas de los arados en las FRAGUAS, cada cual a la suya concertada en la localidad, donde los trabajos se hacían a base de golpes con un MAZO y martillo de hierro, sobre la punta de la reja en el yunque, previo calentamiento idóneo según el maestro herrero, hasta conseguir el aguzado deseado. Era un trabajo duro y agotador, dependiendo siempre de la cantidad de rejas o formones a aguzar.
Durante el resto del año, había que estar pendiente del desarrollo de la HOJA, su nacencía, pertiguearla, pasando el pértigo; herramienta formada por dos maderos paralelos, unidos entre sí, por do palos trasversales, que era arrastrado por la superficie del terreno sembrado, con la yuntas, al objeto de alisar el terreno para caminar por el mismo en época de siega. Y si era necesario cavarla, para eliminar malas hierbas.
Llegado el mes de Mayo de cada año, comenzaban a prepararse los llamados 'ACHIPERRES', para la SIEGA, empezando por comprar sombreros para protegerse del sol, las hoces si no se disponía de la del año anterior, zamarras, mangas y manijas
Como queda dicho, los preparativos para empezar la siega, era todo un ritual, en el que no se debía dejar nada sin revisar, para evitar pérdida de tiempo una vez comenzada la faena.
En la segunda quincena del mes de Mayo de cada año, comenzaba la SIEGA, empezando por este orden, primero la cebada, avena, centeno y por último el trigo, terminando en los primeros días del mes de Julio, según extensión a segar y segadores empleados. El sueldo medio que se ganaba, era de (25) VEINTICINCO pesetas de entonces diarias; todo un capital, si se tiene en cuenta que, cualquier otra faena del campo, este no subía de (10) DIEZ o (12) DOCE pesetas, por jornada.
La jornada, comenzaba con el alba, hasta a la puesta del Sol, con descanso para almorzar, comer a medio día, DOS horas aproximadamente de siesta, y media hora de descanso por la tarde, la comida, generalmente por cuenta de cada cual, a base de grasa animal (cerdo) en forma de tocino. morcillas, chorizos, lomos, y jamón, según poder económico de cada uno, añadiendo, algo de queso y mucho líquido en forma de gazpachos y beber mucho agua para paliar la deshidratación promovida por el sudor del esfuerzo que se realizaba y calor reinante.
La faena de SEGAR, era pura artesanía o maña, en el pueblo, todos sabíamos como segaban unos y otros, así como quien era los mejores; y de entre todos uno de los mejores que yo he conocido, era mi hermano JOSE el que además de segar bien y limpio, era rápido y constante. Su constitución más bien de talla baja, la explotaba en este tipo de trabajo.
Atar las miases segadas, era otra faena de habilidad y destreza para formar los haces, que al terminar para ir al descanso, siempre se recogían, formado hacinas de (9) NUEVE unidades, dependiendo de la densidad de los mismo por espacio de terreno segado. Si se segaba en parejas, cosa frecuente, casi siempre ataba el más joven, mientras el mayor, era el encargado de hacer la cuerda con las misma miases.
Una vez finalizada la SIEGA, comenzaba el ACARREO, que consistía en sacar las miases del rastrojo, para llevarlas a las ERA, utilizando tanto caballerías, como carros o carretas, donde para finalizar, eran trilladas y limpiado el grano de la paja.
Desde la óptica o visión de aquellos años; imposible de imaginar el cambio tan radical efectuado en este campo. Hoy la formas de labrar con tractores mecánicos y todo tipo de maquinaria empleada, no se parece en nada con los medios empleados en aquellos tiempos.
Sobre las cualidades del buen agricultor o labrador, iba implícita, la de ser un buen ganadero, conocedor de sus animales, a los que había que dedicar mucho tiempo, facilitándoles la comida diaria, y velar por su descanso; limpieza de sus cuadras; incluyendo días festivos y Domingos del año
Al recordar aquellos tiempos, siento en mi interior la identificación con el GAÑAN que fui de la época, que me alegro mucho de haber vivido y poder contarlo.
JUAN. Dime que te recuerda esto, en esos años ya comenzabas tu labores por Carmonilla, supongo que, no siempre con el Garrote.
Girona, 4 de Mayo del 2.008